“Durante la época prehispánica, los barrancos del Río y de la Madera constituían dos asentamientos poblacionales de gran importancia en la distribución territorial del cantón de Tedote; ello explica la cantidad de estaciones rupestres, cuevas-viviendas y cuevas de enterramiento que aún hoy se conservan. Ambos barrancos quedan separados por el Morro de Las Nieves, que debió servir como lugar de culto a los antiguos pobladores, lo que explica que fuese a su vera donde se edificase el santuario mariano con el propósito de promover un proceso de aculturación religiosa más rápido y efectivo, mediante la sustitución de los rituales y divinidades benahoaritas por los de raíz católica. El Morro funcionó como un almogarén o lugar sagrado, donde los palmenses celebraban ritos de fecundación en honor de sus dioses, favoreciendo la lluvia, los cambios estacionales, etc. Ofrecían leche, manteca y sangre de animales sacrificados; ello explica la presencia de una piedra de gran tamaño colocada estratégicamente de manera que los líquidos caían primero sobre una red de canaletas excavadas en la roca, desde donde llegaban a distintas cazoletas. El lugar contaba, además, con un árbol sagrado hoy desaparecido, un bello ejemplar de Pinus canariensis que luego pasó a denominarse Pino de la Virgen. En la época histórica, además, el Morro de Las Nieves fue puesto de vigilancia para prevenir las amenazas marítimas y todavía hoy persisten allí los cañones de la Virgen, procedentes de las antiguas fortificaciones militares, con los que se anuncian la Bajada lustral y la fiesta del 5 de agosto.”

Texto en www.santacruzdelapalma.es 

 “Existen en toda Canarias y suelen estar excavados en toba o rocas blandas. Las cazoletas tienen diversas formas y tamaños y los canalillos desaguan en ellas o las intercomunican, siguiendo siempre la inclinación natural del terreno. Cazoletas y canales forman una red de combinaciones diversas, que capturan el agua de la lluvia u otro líquido derramado, lo retiene y lo redistribuye por el circuito para, finalmente, verterlo al vacío o al terreno situado a sus pies. Parecen emulaciones de una red de barrancos, del ciclo económico del agua, pero también pudieron haber servido para derramar leche de manera ritual, como mencionan las crónicas.

Los aborígenes, Juan Fco. Navarro Mederos”

Para ampliar al final de la página dos artículos de D. Felipe Jorge Pais Pais:

  1. Informe arqueológico para el Mirador situado en la zona de El Frontón (Morro de Las Nieves. Velhoco. Santa Cruz de La Palma). D. Felipe Jorge Pais Pais, Doctor en Prehistoria.
  2. Las huellas aborígenes en el entorno de la Ermita de Nuestra Señora de Las Nieves, artículo en Diario de Avisos de D. Felipe Jorge Pais Pais.
Lomo de Las Nieves
1.-Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves 2.-Casa de Romeros 3.-Cañones y Cazoletas 4.-Aparcamientos.

Cazoletas y canales

A continuación todas las fotos realizadas en este espacio, incluidas las realizadas hacia el frente, hacia el lomo de Velhoco, con los molinos de agua, y hacia el norte y este, hacia el Barranco de la Madera.

Y los cañones a los que hace referencia el texto.

Informe arqueológico para el Mirador situado en la zona de El Frontón (Morro de Las Nieves. Velhoco. Santa Cruz de La Palma). D. Felipe Jorge Pais Pais, Doctor en Prehistoria.


          1.- Historia de la investigación arqueológica

     Según las fuentes etnohistóricas, esta zona pertenecía durante la época prehispánica al “...sexto señorío era Tedote y Tenibucar, que es donde al presente está fundada la ciudad, hasta Tenagua; y de este término y tierra eran señores tres hermanos llamados Tinisuaga y Agacensie, y el otro Ventacayce. Estos tres hermanos estando en las faldas de un barranco que en este término de Tedote está, que al presente llaman el Barranco de Agacensio, holgándose con muchas mozas que pretendían casa con ello, armóse arriba en la cumbre gran cerrazón de aguaceros y vino el barranco tan crecido, que se llevó todos aquellos palmeros y perecieron; y por muerte de Agacencio se llama Barranco de Agacencio. Y de todos no escapó sino sólo Ventacayce, que, como el agua lo llevó, dio con él en un árbol, donde quedó colgado por un muslo que se le hincó un garrancho del árbol; y pasada la furia del agua, los fueron a buscar y lo hallaron a Ventacayce bien asido con las manos; y, aunque vivió, quedó cojo de aquella pierna, por donde quedó trabado del árbol.” (J. ABREU GALINDO: Historia de la conquista de las siete islas de Canaria, (Santa Cruz de Tenerife), 1977, Págs- 267-268).

     Santa Cruz de La Palma es uno de los municipios que aún no cuenta con Carta Arqueológica, si bien en esta zona se han realizado algunas prospecciones arqueológicas superficiales con motivo de la elaboración del Plan Especial de Protección de Las Nieves a finales de noviembre de 1998. Estos rastreos, a pesar de su escasa intensidad, nos han permitido entrever la extraordinaria riqueza en vestigios prehispánicos de la zona conocida por El Frontón, tanto en El Barranco de La Madera, como en El Barranco de El Río.

     Finalmente, en mayo de 2004, llevamos a cabo intensivos rastreos en la zona afectada por la construcción del Mirador de Las Nieves, localizando varias covachas naturales y un pequeño conjunto de canalillos y cazoletas situadas en las proximidades del área afectada.

  

          2.- Principales conjuntos arqueológicos en la zona de influencia del mirador

     2.1.- Margen derecha del Barranco de La Madera (El Sereno)

 

     Los poblados de cuevas más próximos se sitúan en la margen derecha del Barranco de La Madera, en las laderas del paraje conocido como El Sereno, donde se han localizado 4 cavidades ubicadas en la parte baja y superior de los riscos, a pesar de que las condiciones de habitabilidad no eran las más idóneas debido a que están expuestas hacia el norte, son de reducidas dimensiones y escasamente protegidas contra las inclemencias del tiempo. Aún así, todas las covachas y cejos fueron ocupados de forma continuada y permanente. A ello debemos añadir la existencia de un grupo de canalillos y cazoletas en el interior de un cejo.

 

     Yacimiento 1: Se trata de un grupo de cavidades que se abre en la base del Morro de Las Nieves, en las inmediaciones de una casa antigua y un corral de cabras que aparecen en la terraza que forma la vertiente derecha del barranco.

     Las cuevas son bastante amplias y, a pesar de que no pudimos visitarlas debido a su intensiva reutilización hasta nuestros días, presentan unas aceptables condiciones de habitabilidad en cuanto a sus dimensiones, luminosidad, exposición y protección contra las inclemencias del tiempo.

     Se abren en la base del risco que finaliza en la terraza del barranco, cuya altura oscila entre 8 y 10 metros. La entrada de las cuevas está expuesta hacia el este.

 

     Yacimiento II: Este cejo se encuentra en la parte alta del extremo oriental del Morro de Las Nieves. Se trata de un pequeño grupo de canalillos y cazoletas que aparecen en el interior de la cavidad que, posiblemente, estén relacionados con la presencia de una fuente estacional que mana del risco. Se trataría de recoger y conducir el agua que mana durante las lluvias invernales.

     Aparecen 5 cazoletas, de las que tres están intercomunicadas. Las dimensiones oscilan entre 50 y 15 centímetros y la profundidad va desde los 6 a los 20 centímetros. Además, están situadas a diferentes niveles

 

     Yacimiento III: Las cavidades que estudiaremos seguidamente se localizan en el otro extremo, el occidental, del Morro de Las Nieves, ubicándose en las inmediaciones de la pronunciada curva que señala la última cuesta para llegar a la plaza de la iglesia.

     Se trata de una pequeña covacha que apenas si tiene capacidad para cobijar a una sola persona. Por tanto, sus condiciones de habitabilidad son bastante precarias debido a sus reducidas dimensiones y su exposición hacia el norte. A pesar de todo, se localizaron numerosos restos arqueológicos superficiales entre los que destacan fragmentos de cerámica de las fases IIIb, IIId y IV.

     La altura máxima en la entrada es de 1,50 metros y decrece rápidamente hacia el fondo. La anchura en la boca es de 5 metros y la profundidad máxima de la zona techada es de 2 metros, si bien el espacio útil se prolonga otro metro más.

 

     Yacimiento IV: Esta covacha se encuentra a unos 15 metros hacia el oeste de la descrita anteriormente, junto a la propia curva de la carretera. Ha sido intensamente reutilizada hasta nuestros días como corral de cabras y basurero.

      Sus condiciones de habitabilidad son bastante precarias debido a sus reducidas dimensiones y su exposición hacia las inclemencias del tiempo. A pesar de todo fue ocupada por los benahoaritas como lugar de habitación permanente.

     La boca de la covacha está expuesta hacia el noreste. La altura en la entrada supera los 3 metros y decrece rápidamente hacia el fondo, donde se sitúa en 1,40 metros. La anchura en la boca es de 5 metros y la profundidad máxima es de 3,50 metros.

 

     Yacimiento V: Se ubica encima de la cavidad descrita anteriormente y a un nivel más alto de la carretera. Ha sido intensamente reutilizada en la época histórica, habiéndose realizado en su interior una pequeña construcción de cemento. En realidad, se trata de 4 covachas contigua y situadas escalonadamente.

     Sus condiciones de habitabilidad no son muy buenas debido a sus reducidas dimensiones y escasa altitud, impidiendo que se pueda estar erguido, excepto en su extremo derecho. Además, están directamente abiertas al viento y la lluvia.

     La entrada de las cavidades está expuesta hacia el noreste.. La altura máxima se encuentra en la parte derecha y es de 2 metros, si bien decrece rápidamente hacia el fondo. La anchura en la boca es muy variable, oscilando entre 4,50 y 1,75 metros. Asímismo, la profundidad varía entre 3 y 3,75 metros.

 

 

     2.2.- Margen izquierda del Barranco del Río (El Frontón)

   

     Poblado de cuevas naturales: Mucho más interesante es el magnífico poblado de cuevas naturales concentrado en la margen izquierda del Barranco del Río, en el lugar conocido por El Frontón. En este impresionante risco se sitúan, como mínimo, unas 16 cuevas que fueron intensamente explotadas por los antiguos palmeros como lugar de habitación a lo largo de las cuatro fases cerámicas que se conocen en la isla. En este conjunto pudieron vivir, como mínimo, un grupo de 50 personas sin excesivos problemas. La zona fue prospectada de una forma bastante superficial, de tal manera que su riqueza arqueológica puede ser aún mayor.

     Las razones que justifican un poblamiento prehispánico tan intensivo son de diversa índole. Ambos poblados de cuevas se sitúan en torno a la cota altitudinal de los 250 metros, en plena zona de medianías, con unas condiciones climáticas ideales, abundancia de pastizales, presencia de un curso de agua permanente (Barranco del Río), emplazamiento estratégico a medio camino entre la orilla del mar (obtención de materias primas de tipo geológico y recursos alimenticios marinos) y los campos de pastoreo estival, abundancia de planas susceptibles de recolección vegetal (palmeras, pinos, madroños, etc.), exposición adecuada en el caso de El Frontón, etc.

     Las cuevas se distribuyen por todas las alturas del risco, desde la base a la orilla superior, apareciendo una mayor concentración en la parte central, si bien las más espaciosas se sitúan en la parte inferior de las laderas y en el extremo oriental.

     La orientación de las cuevas es hacia el oeste, sur y suroeste. Aunque actualmente muchas de las cuevas parecen aisladas y colgadas del risco, en la época prehispánica su acceso sería relativamente sencillo debido al continuo tránsito de las laderas por animales y personas. Es my posible que algunas de esas cavidades más inaccesibles también fuesen utilizadas por los benahoaritas como lugar de enterramiento.

     La gran mayoría de las cuevas presentan una buenas condiciones de habitabilidad en cuanto a sus dimensiones, luminosidad, exposición y protección contra las inclemencias del tiempo. Nos encontramos con cavidades muy espaciosas en las que pudo vivir un grupo familiar amplio a otras en las que sólo pudieron establecerse uno o varios benahoaritas. Las cuevas más aptas para la vida tienen una media de 3 metros de altura en la entrada, 10 metros de anchura y una profundidad de unos 5 metros.

     La inmensa mayoría de las cuevas han sido intensamente reutilizadas en la época histórica como corral, pajero e, incluso, vivienda humana. Así, a media ladera, y en el extremo occidental del risco, junto a la iglesia de Las Nieves, existe un amplio cejo, con cuevas en ambos extremos, que todavía hoy es utilizado como encerradero de cabras.

 

     Estación de grabados rupestres: Los petroglifos se sitúan en el extremo oriental y en la parte superior de las laderas que forman El Frontón, sobre la cota altitudinal de los 213 metros y debajo de un enorme acebuche que aparece colgado de los riscos.

     La estación de grabados rupestres cuenta con dos paneles que tienen como soporte los paredones verticales del risco que alcanzan, en este punto, los 5 metros de altura. Se localizan en la parte inferior de los mismos.

     Panel 1: Tiene unas dimensiones de 2 metros de altura por 50 centímetros de anchura. La orientación es este-oeste y está expuesto hacia el sur. Los motivos son 4 pequeños semicírculos concéntricos, ejecutados con la técnica del picado de anchura media e irregular, dando un aspecto poco cuidado. Su estado de conservación es malo debido a que están muy desgastados por el lavado de las lluvias y están completamente cubiertos de líquenes.

     Panel 2: Está separado del anterior por unos 50 centímetros. La orientación es norte-sur y está expuesto hacia el oeste. Tiene una inclinación de 80º. Las dimensiones son de 80 centímetros de altura por 50 centímetros de anchura. La temática consiste en 5 círculos concéntricos de reducido tamaño, con un diámetro de apenas 15 centímetros. La técnica de ejecución fue el picado de anchura fina y media y bastante profundo. Presenta un mejor acabado y estado de conservación que el anterior, aunque también aparece completamente cubierto de líquenes.

 

     Conjunto de canalillos y cazoletas.  El grupo de canalillos y cazoletas, relacionado con ritos propiciatorios de lluvias, se encuentra a escasos 10 metros del extremo oriental del Morro de Las Nieves y de los petroglifos descritos en el apartado anterior, situándose en la parte superior del interfluvio que separa los barrancos de La Madera y El Río.

     El soporte es un pequeño resalte de toba volcánica, cuya parte superior presenta una ligera inclinación hacia el este. Su planta es aproximadamente triangular, cuya anchura máxima es de 2,85 metros y la menor es de 1,35 metros en el extremo este, mientras que en el centro es de 1,85 metros. La longitud máxima, en el eje este-oeste, es de 4,75 metros.

      Su estado de conservación es muy precario debido al desgaste ocasionado por los agentes atmosféricos, especialmente el continuo lavado de las lluvias. Actualmente, sólo se distinguen 5 cazoletas. La mejor conservada tiene una forma rectangular con unas dimensiones de 18 por 14 centímetros y una profundidad de 10 centímetros. Las restantes son  circulares, rectangulares y una de ellas parece triangular.

     Todas las cazoletas están comunicadas entre sí por canalillos bastante diferentes, ya que mientras algunos son estrechos y escasa profundidad (2 centímetros) otros son muy anchos (10 centímetros) y profundos (12 centímetros). Da la impresión de que estos canalillos también descienden por los frentes norte y sur del panel, cuya cara es casi vertical, de tal forma que adoptan un trazado en zig-zag.

  

          2.3.- Yacimientos arqueológicos en la zona del futuro mirador

      Las prospecciones arqueológicas se llevaron a cabo el 21 de mayo de 2004. Se descubrieron dos conjuntos prehispánicos situados en las inmediaciones del lugar donde se pretende construir el mirador. Los yacimientos se corresponden con varias covachas naturales y un grupo de canalillos y cazoletas.

 

     Los canalillos y cazoletas: Se encuentran a unos 10 metros hacia el este del primer cañón, en la orilla superior de un afloramiento de toba volcánica que, por el frente norte, alcanza los 3 metros de altura. Este morro recorre la parte superior del lomo, con dirección este-oeste, y durante unos 30 metros de recorrido.

     Las cazoletas, de las que se conservan tres, son bastante grandes y con plantas irregulares, aunque se aproximan a formas rectangulares y ovales. La cazoleta más próxima a los cañones está mal conservada y alcanza una anchura de 31 centímetros y una profundidad de 12 centímetros.

     La segunda cazoleta está separada de la anterior por 43 centímetros. Tiene una forma rectangular con un lado mayor de 52 centímetros y el menor es de 28 centímetros. La profundidad máxima alcanza los 30 centímetros.

     La tercera cazoleta dista de la anterior unos 34 centímetros hacia el este. Tiene una planta oval con un diámetro mayor de 52 centímetros y el menor es de 34 centímetros.

     Las tres cazoletas están unidas por canalillos y desde la segunda y tercera parten otros canales que descienden por el frente norte del afloramiento de toba. La anchura y profundidad máximas es de 10 centímetros.

 

    Las cuevas naturales: Se abren en la parte superior de las laderas de El Frontón (margen izquierda del Barranco del Río), quedando a unos 4 metros por debajo de la orilla, justo debajo del lugar en que se va a emplazar el mirador.

     En realidad, se trata de dos cavidades contiguas, una covacha y un cejo, que han sido modificadas e intensamente reutilizadas en la época histórica y hasta hace escasas fechas como vivienda humana. Por todo ello, el interior está completamente lleno de basuras y desperdicios de todos tipo. En principio, carecen de relleno arqueológico por lo que su interés científico es muy bajo.

     Las condiciones de habitabilidd son precarias, aunque algo mejores en la covacha, debido a sus reducidas dimensiones, aunque son luminosas, abrigadas y están bien protegidas contra las inclemencias del tiempo.

     La boca de la covacha está expuesta hacia el sur, con una anchura de 2 metros, aunque en el interior puede alcanzar los 5 metros. La profundidad máxima es de 3 metros. En el fondo y en los laterales aparecen una serie de repisas excavadas en el conglomerado que forma la roca.

     El cejo también está expuesto hacia el sur y está mucho más desprotegido que la covacha, llegando a los 3 metros de anchura y una profundidad máxima de 1,50 metros.

     

          3.- Medidas de protección y conservación

     La fragilidad y la cercanía del grupo de canalillos y cazoletas al área de actuación donde se va a colocar el mirador representa un peligro real para la integridad de los vestigios prehispánicos a pesar de que, en principio, van a quedar fuera de los límites de la zona afectada. Por tanto, y para evitar posibles daños, se hace imprescindible una delimitación del yacimiento arqueológico previa al comienzo de las obras, así como dejarles muy claro a los obreros que, bajo ninguna circunstancia deben tocar los canalillos y cazoletas. En este sentido, se debe comunicar a la Sección de Patrimonio Histórico del Excmo. Cabildo Insular de La Palma el inicio de los trabajos para prevenir que las situaciones anteriormente descritas puedan producirse.

     En el supuesto de que durante el transcurso de las obras pareciese algún tipo de restos arqueológicos superficiales como fragmentos de cerámica, piezas líticas, restos óseos o malacológicos se deben suspender inmediatamente los trabajos y avisar a la Sección de patrimonio Histórico y Arqueológico del Excmo. Cabildo Insular de La Palma para hacer una valoración del hallazgo, así como las medidas protectoras a desarrollar.

     Por todo ello, el comienzo de las obras debe comunicarse a la Unidad Insular de Patrimonio Histórico del Excmo. Cabildo Insular de La Palma para que se pueda inspeccionar el desarrollo de las mismas y evitar la destrucción o mutilación de los posibles yacimientos arqueológicos que nos podamos encontrar.

 

El Paso a, 25 de junio de 2004

  

Fdo. Felipe Jorge Pais Pais

(Doctor en Prehistoria) 

Las huellas aborígenes en el entorno de la Ermita de Nuestra Señora de Las Nieves, artículo en Diario de Avisos de D. Felipe Jorge Pais Pais.

Las huellas aborígenes en el entorno de la Ermita de Nuestra Señora de Las Nieves

 

      Estos parajes formaban parte de “El sexto señorío (que) era Tedote y Tenibucar, que es donde al presente está fundada la ciudad, hasta Tenagua; y de este término y tierra eran señores tres hermanos llamados Tinisuaga y Agacensie, y el otro Ventacayce. Estos tres hermanos estando en las faldas de un barranco que en este término de Tedote está, que al presente llaman el Barranco de Agacencio, holgándose con muchas mozas que pretendían casar con ellos, ármose arriba en la cumbre gran cerrazón de aguaceros y vino el barranco tan crecido, que se llevó todos aquellos palmeros y perecieron; y por muerte de Agacencio se llama el Barranco de Agacencio. Y de todos no escapó sino sólo Ventacayce, que, como el agua lo llevó, dio con él en un árbol, donde quedó colgado por un muslo que se le hincó un garrancho del árbol; y, pasada la furia del agua, los fueron a buscar y lo hallaron a Ventacayce bien asido con las manos; y, aunque vivió, quedó cojo de aquella pierna, por donde quedó trabado del árbol.” [1]

     El estrecho lomo donde se enclava la Ermita de Nuestra Señora de Las Nieves delimita dos de los barrancos más grandes del municipio de Santa Cruz de la Palma, como son los de El Río y La Madera. En sus márgenes se abren innumerables cavidades naturales que fueron aprovechadas por los aborígenes como vivienda permanente. Las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo a finales de 1998, con motivo del Plan Especial de Las Nieves, nos permitieron constatar la gran cantidad de benahoaritas que se establecieron en sus cuevas desde el mismo momento de arribada a la isla, en torno al cambio de Era, hasta que su cultura fue aniquilada por los conquistadores castellanos a finales del siglo XV.

     En el entorno más inmediato a la ermita se catalogaron una treintena de cuevas naturales en las que, como mínimo, pudieron vivir un centenar de personas durante su mayor momento de ocupación durante la fase cerámica IV. Sin ningún género de dudas, el asentamiento más grande y denso se extiende por toda la ladera que forma la margen izquierda del Barranco del Río, que en la actualidad es conocido por El Frontón o Morro de Las Nieves. El poblado, expuesto al sur, presenta unas magníficas condiciones de habitabilidad en cuanto a protección contra las inclemencias del tiempo. Las cavidades se superponen desde la base a la orilla superior del risco, como si de pisos se tratase.

     Las razones que justifican un poblamiento tan intensivo de esta área son de diversa índole: 1) Los benahoaritas tenían un suministro constante de agua potable ya que, no lo olvidemos, el Barranco del Río, junto con los de El Agua (San Andrés y Sauces) y Las Angustias (La Caldera de Taburiente) eran las tres únicas corrientes de agua permanente que había en La Palma durante el siglo XVI; 2) Su economía era eminentemente pastoril por lo que, al encontrarse emplazado en las medianías del cantón, contaban con pastos abundante y jugosos durante la mayor parte del año con los que mantener a sus rebaños de cabras, ovejas y cochinos; 3) La proximidad de la línea costera, a apenas 15 minutos de camino, les facilitaba la recolección de unos recursos alimenticios (pescado y marisco) que se convertían en vitales cuando llegaba el verano y comenzaban a escasear las viandas habituales (leche, carne y gofio) y 4) los campos de pastoreo de alta montaña, situados en los bordes de la Caldera de Taburiente (Degollada del Río, Pico de La Sabina y Pico del Cedro), eran fácilmente accesibles desde estos parajes.

     Los benahoaritas enterraban a sus seres queridos en cavidades naturales que se emplazaban en las inmediaciones de las propias viviendas e, incluso, formando parte de las mismas cuevas de habitación. A pesar de que aún no se ha realizado la Carta Arqueológica de Santa Cruz de La Palma, conocemos la existencia de una interesante necrópolis, situada en el Barranco de La Madera, en cuyo ajuar funerario destacan algunas piezas de madera, cuerdas trenzadas, punzones de hueso y una gran piedra circular con una perforación central. Asímismo, debemos hacer referencia, con todas las cautelas necesarias, a la leyenda que sostiene la existencia de un cementerio aborigen justo en el lugar donde se levantó la ermita.

     El valor mágico-religioso del entorno más inmediato de la Ermita de Nuestra Señora de Las Nieves queda fuera de toda duda cuando vemos la gran cantidad de yacimientos de este tipo que se concentran en el Morro de Las Nieves. Así, por ejemplo, debemos destacar una pequeña estación de grabados rupestres de motivos geométricos (espirales), ejecutados con la técnica del picado, que cuenta con dos paneles contiguos en la parte media-alta de la cara sur del poblado de cuevas de El Frontón.

     A todo ello debemos añadir la existencia de tres conjuntos de canalillos y cazoletas que flanquean el Morro de Las Nieves por sus frentes este, oeste y norte. Los dos primeros son, claramente, yacimientos de carácter ritual, probablemente relacionados con ritos peticionarios de lluvias al estar emplazados en lugares sobresalientes desde los que se domina una extraordinaria panorámica que abarca los cuatro puntos cardinales, desde el mar a la cumbre. Por el contrario, el grupo más modesto se sitúa en el interior de un estrecho cejo que, entre otras funciones, pudo tener la misión de canalizar el agua de una fuente estacional que mana en el fondo aprovechando la existencia de una capa de almagre.

     Hasta ahora hemos querido dejar constancia de la extraordinaria riqueza arqueológica de estos parajes. Seguidamente intentaremos ir un poco más allá e intentar, a modo de hipótesis, resolver la cuestión de por qué la Ermita de Nuestra Señora de Las Nieves se emplazó precisamente aquí y no en otros lugares que, en principio, serían mucho más adecuados para acoger el recinto en el que adora a La Patrona de la isla cuya imagen es, además, la más antigua.

     Evidentemente, el sitio fue muy importante para los benahoaritas por diferentes razones: 1) La gran concentración poblacional del entorno nos habla de un centró neurálgico dentro del cantón de Tedote: 2) Abundancia de lugares rituales (canalillos-cazoletas y petroglifos) en los que se pedía a su dios Abora que les mandase las ansiadas lluvias de las que dependía su supervivencia; 3) Presencia, sin confirmar arqueológicamente, de un gran cementerio y 4) existencia de un gigantesco pino cuyo valor sagrado para los aborígenes nos parece incuestionable, al igual que lo son también, y por eso se han conservado hasta nuestros días, los de la Ermita del Pino y la Fuente del Pino (El Paso).

     Esta práctica de suplantar nuevas religiones o culturas colocando sus símbolos religiosos en el mismo lugar donde se situaban los del pueblo sometido se remonta al origen de los tiempos. Este sistema de sustituir los dioses antiguos por los nuevos en idéntico sitio fue asiduamente empleado en Canarias y América por los conquistadores.

 

 

Felipe Jorge Pais Pais

(Doctor en Arqueología

     



[1] ABREU GALINDO, J.: Historia de la conquista de las siete islas de Canaria, (Santa Cruz de Tenerife), 1977, Págs. 267-268.